viernes, 12 de septiembre de 2008

Doce.

-No debiste haberte cruzado jamás en mi vida. Tu presencia en ella es un error cuyo precio no podré pagar en los años que me queden de vida.
-Te amo, Victoria.
Apoyé los brazos cruzados sobre mi pecho contra la ventana, dándole la espalda, evitando a duras penas que las lágrimas rodaran a sus anchas por mi rostro. Suspiré e intenté que mi voz pareciera serena cuando le dije:
-¿Me amas? ¿De verdad lo crees? Tú consideras amor al sentimiento de placer y al acto de rebeldía que cometes al haberte encaprichado de una puta, estando ya comprometido con una señorita de bien a la que todo el mundo adora. Pero no soy más que eso: una novedad, un acontecimiento revolucionario. Y el amor que dices sentir no es más que la insensatez de un adolescente burgués que no tiene que preocuparse de nada. Tú no sabes lo que es el amor, y conmigo no lo sabrás jamás.
Edouard pareció ligeramente sorprendido. Sentí sus ojos verdes clavados en mí, y una inexplicable sensación de nerviosismo se apoderó de mi ser. ¿Por qué? ¿Por qué él y no cualquier otro? ¿Por qué no podía llevar la misma vida que llevaba Catherine, casada ya y esperando su primer hijo?
Abrió la boca para decir algo, pero, al no poder, se limitó a acercarse a mí y rodearme la cintura con los brazos, apoyando la barbilla en mi hombro y acariciándome el pelo con los labios.
-No seas así, Victoria –susurró, mientras un escalofrío recorría mi espalda.-Pronto, muy pronto, te sacaré de aquí y nos iremos juntos a la ciudad que tú elijas. No serás nunca más una cualquiera; serás mi esposa, y volverás a codearte con las damas de tu clase –me giró hacia él y sonrió seductoramente-. Todo el mundo te respetará y adorará, y no tendrás que esconder tu pasado.
Me besó, y la rabia dio paso a una tranquilizadora idiocia. Agarré su camisa por la espalda y me aferré a ella como si allí mismo estuvieran concentradas todas sus palabras. Quería creer que no me mentía. Quería creer que el futuro era nuestro. Mi sentido común me gritaba que una persona de su clase nunca toma ese tipo de decisiones, pero mi cerebro no atendía a razones, anegado por una felicidad infantil y estúpida.
-Edouard… -mi voz sonó melosa y débil- No te vayas.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gusta
la verdad, me gusta mas que otros y si es raro pero no se, me gusta

estoy sensiblona hoy asi que puede ser tambien por eso pero no creo

espero un crio que ilu

te quiero

Sat dijo...

Aw, ya era hora. Qué bonito :). Espero que postees de más seguido, querida.
(K)

Anónimo dijo...

Me he leido los dos, si, aunque tuviera lag... Fue una hazaña para cualquier cibernauta, y mereceria una oda o una epica al estilo del Cid Campeador (de sus ojos fuertmente llorando xD...)
Me arrepiento de no haberlos leido antes, aunque debo decir que la actualizacion de hoy me gusta más que la de vez anterior...
Me gusta como juegas con los personajes y los pones en situaciones asi... bueno, que ests bien..nos vemos