sábado, 21 de junio de 2008

Veintiuno.

Cuando lo vi entrar, no pude sino sorprenderme. Era bello. Nunca pensé que pudiera utilizar ese adjetivo en un hombre, pero no había otro más preciso para describirlo. Sus facciones, finísimas, parecían estar talladas sobre el mármol más puro. Sus ojos, aunque ligeramente hundidos, eran de un verde claro y luminoso; su boca era pequeña, formada por unos labios carnosos y rosados que invitaban a ser besados.
La llama del deseo ardió en mi interior al instante. No era usual ver hombres así en el burdel, y mucho menos cuya edad no superara la mía propia.
Venía acompañado de su padre, uno de los hombres más ricos e influyentes de la región, de poblado bigote entrecano y oronda panza producto de la edad y la ingesta indiscriminada de alcohol y grasa.

-Hola, preciosas. ¿Dónde está la señora Black?
Françoise se levantó al instante, como movida por un resorte, y se acercó a ellos, moviendo las caderas en un intento de parecer más sensual. Tenía la vista fija en el joven recién llegado, con la lujuria ardiendo en sus ojos castaños.
-La Madame volverá dentro de un rato... Mientras, yo misma podría serviros de compañía. A ambos.
Théodore Decroix miró de arriba a abajo a la prostituta y sonrió complacido.
-Quizá otra noche, querida. ¿Dónde está la señora Black? Es muy importante que hable con ella.
Madame Black salió de su habitación ataviada con un precioso vestido negro de noche que le dejaba los hombros al descubierto. Sonrió y saludó a todos los presentes desprendiendo encanto.
-¡Théo! Qué alegría que hayas venido. Ya te echábamos de menos por aquí- le besó suavemente en los labios y le guió un ojo como muestra de complicidad. -Vaya, ¿es este tu hijo? He de decir que ha heredado la belleza de su madre. ¿Cuál es tu nombre, hombrecito? -dijo mirándolo detenidamente.
-Edouard Decroix, señora, para servirla -le cogió la mano y se la besó, cortés pero altivo.
-Y ha heredado tu exquisito comportamiento con las mujeres. Encantada de conocerte, querido.
-Verás, mi pequeña flor, he traído a Edouard para que la mejor de tus chicas le convierta en todo un hombre.
Madame Black rió y se pellizcó suavemente la barbilla, echando un vistazo a todo el salón. Supe, antes de que lo dijera, que yo sería la elegida, y una sensación extraña, similar a miles de mariposas revoloteando en mi estómago, me inundó por entero. Fijó la mirada en Françoise, y ella sonrió, triunfal, y se acercó con la total intención de llevarse a Edouard a nuestra habitación.
-Françoise...
-¿Sí, Madame?
-Esta noche atenderás a los clientes en la habitación de Adèle, ya que ella se ha visto obligada a cuidar de su madre enferma. Victoria...-dijo, volviendo la cabeza hacia mí, - ¿me harás el favor de dejar el listón de La Vipère bien alto con el señor Decroix?
-No lo dudes, Madame.



2 comentarios:

Raúl III dijo...

Bonito nombre el de Théodore Decroix, me gusta más que el del hijo... que por cierto, me intriga saber la base xD...
Espero que no te saltes la noche en la habitación, porque sería insoportable sólo tener que imaginar lo que ocurrirá....mmm, cierto que te apetece actualizar el XXII ahora mismo? (caritahomosexualrulz)...
nos vemos, e(g)o te volo

Sat dijo...

Me parece muy mal que aproveches que yo estoy haciendo los exámenes de acceso en Barcelona para actualizar tanto tantísimo :O.
Adoro la facultad de TeI de la UAB (L) mucho muchísimo.
Y adoro como escribes,espero que no lo dejes de lado y sigas con ello.
Un besito enorme, a ver si hablamos, que te he echado de menos.
(K)